Welcome to Tijuana: Tierra de nadie

Conversamos con el director francés Jean-Charles Hue durante el XVI Festival de Sevilla sobre Tijuana Bible, su milagro audiovisual

Mantener una relación a distancia desde hace más de una década no es fácil. Lo peor no es el idioma, Jean-Charles Hue aprendió español y lo habla con fluidez aunque usa expresiones mexicanas y tiene un marcado acento francés—, el problema es acostumbrarse a la ausencia, porque ninguno de nosotros está preparado para estar separado durante mucho tiempo de quien nos hace vibrar. La espera, desespera y la ilusión por los reencuentros va desvaneciéndose hasta desaparecer como el vaho de los cristales cuando amanece en invierno.

Esta es la historia de un francés enamorado de Tijuana, una ciudad surrealista pero auténtica que está a medio camino entre el bien y el mal. Solo puede visitarla un par de meses al año, no es tanto como le gustaría pero es la dosis perfecta, de lo contrario no la disfrutaría tanto ni la seguiría añorando al volver a casa.

A Jean-Charles Hue (Eaubonne, 1968) siempre le ha fascinado la frontera, le atrae la idea de ese “no lugar” en el que todo puede pasar. Su infancia transcurrió en las afueras de París, donde afirma haber aprendido a ver las cosas con perspectiva y cierta distancia, a deambular entre vacío de la pertenencia y la no identificación. 

Creció viendo las películas de Hollywood de los 70’s y en su retina dejaron huella creaciones audiovisuales tan diversas como los wésterns La Huida (The Getaway, 1972) y Quiero la cabeza de Alfredo García (Bring me the head of Alfredo García,1974) de Sam Peckinpah o Taxi Driver (1976) de Scorsese. 

En su universo, los conflictos personales de los antihéroes se desarrollan en parajes desoladores. Sus personajes deambulan por el mundo sin rumbo fijo buscando el sentido de su existencia y lo encuentran mediante la introspección, tras interactuar con otros espíritus perdidos que, como ellos, convergen y se repelen, se dan a la fuga y tocan fondo hasta que ven un rayo de luz y esperanza en el inframundo. “Trágico, pero visualmente hermoso”, como diría su compatriota Jean-Claude Rozec. 

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Paul Anderson y Adriana Paz, los protagonistas de Tijuana Bible / Avalon

Tijuana Bible engancha más que la heroína y es muy intensa, como la vida misma. Hue la describe como “la primera novela de un escritor”, aunque su obra se asemeja más a un poema audiovisual extenso con un toque beat que podría haber sido creado por uno de los poètes maudits en una de esas noches de tequila, sexo y marihuana

Paul Anderson, conocido por dar vida a Arthur Shelby en los Peaky Blinders, interpreta a Nick, un veterano de guerra estadounidense que ha perdido la fe en todo y huye a Tijuana buscando evasión, pero acaba siendo absorbido por el frenético ritmo de la frontera de las ilusiones. Su única vía de escape es “la pinche droga”, con cada chute y calada se eleva hasta la estratosfera donde conecta con el universo, olvida todos sus problemas por un momento y se siente vivo. 

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El veterano de guerra Nick (Paul Anderson) en su habitación / Avalon

Esta larga relación tóxica lo ha convertido en un ser autodestructivo que se consume paulatinamente en la habitación de un hostal de mala muerte hasta que aparece Ana (Adriana Paz), una enigmática mujer curtida en mil batallas que ha llegado aquí buscando a su hermano, un marine deportado a México a pesar de haber servido en el ejército de los Estados Unidos. 

Hay una Tijuana subterránea que atrapa cual telaraña y le constriñe el alma a sus presas. Ella lo ignora y poco le importa, se guía por su intuición y no solo tiene la energía, determinación y esperanzas que a Nick le faltan, sabe que Dios está de su lado. Él se verá obligado a mantenerla alejada de este caos y del narcotraficante conocido como El Topo (Noé Hernández) e intentará salvarla para salvarse. Así es Tijuana Bible, el cuarto largometraje de Hue inspirado en personas e historias reales con algunos traficantes, yonkis, putas, asesinos y vagabundos que actúan por primera vez de sí mismos. 

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Ana y Nick dando un paseo por la playa de Tijuana, al fondo la frontera / Avalon

Desde el estreno mundial de la película en la 24ª edición del Festival Internacional de Cine de Busan, en Corea del Sur y la proyección en el 35º Festival de Cine de Varsovia, el director francés no había podido disfrutarla como un espectador hasta el primer pase de  Tijuana Bible en el 16º Festival de Sevilla de Cine Europeo. Confiesa que se emocionó al verla y que la recepción fue muy buena. De hecho, observó las reacciones del público en algunos momentos clave y se alegró al confirmar que había logrado transmitir lo que deseaba.

Esta película ha supuesto un gran desafío para Jean-Charles Hue por varios motivos, el principal: la ciudad. Considera que es un milagro haber podido grabarla en Tijuana y reconoce que la ayuda del director mexicano Ricardo Silva ganador del Leopardo del Oro en la categoría de Cineastas del Presente del 67º Festival de Locarno por Navajazo (2014)fue esencial para encontrar buenas localizaciones, como la del cementerio, en las afueras de Tijuana. Además, cabe destacar que tampoco estaba acostumbrado a trabajar con actores conocidos internacionalmente como Adriana Paz (Vis a Vis, El Autor, La Tirisia) y Paul Anderson (The Revenant, Legend, Passion) ni con imprevisibles drogadictos como extras.

Le sorprende mucho que Paul haya aceptado trabajar con actores sin experiencia profesional, que no tuviera miedo ni escrúpulos a la hora de grabar y que le encantara salir a caminar por el barrio rojo de Tijuana seguido por el director de fotografía Jonathan Ricquebourg y su equipo formado por unas 15 personas. Por cierto, algunos planos de estas incursiones espontáneas han sido incluidos en la película.

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Nick saliendo de su habitación en un hotel de Tijuana / Avalon

“Creo en la buena onda de las cosas”, confiesa tranquilamente mientras bebe un sorbo de té. Desconocía que el hotel donde se hospedaba Paul era un almacén de drogas, tuvo algunos problemas con los narcos, al verlo con la cámara pensaban que era periodista, y también con las putas, porque se negaban a que les grabara las caras; presenció la brutal paliza de un policía a un drogadicto mientras buscaba localizaciones en el canal junto a su equipo y vio algunos cadáveres durante el rodaje, muchos de ellos descomponiéndose en una charca en la fosa común del cementerio de Tijuana, donde tiene lugar su escena favorita de la película. Y a pesar de todo, quiere volver.  

A veces la realidad supera a la ficción, especialmente en esta zona transfronteriza, la más grande de México y una de las más visitadas del mundo. De acuerdo a dos estudios publicados por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal en 2018, Tijuana encabeza el ránking de las 50 ciudades más violentas del mundo y es el segundo municipio más violento de México con una tasa de 125,14 homicidios dolosos por cada 100 habitantes.

Hace cuatro años, el gobierno local implementó operativos de desalojo y limpieza del canal de Tijuana, una medida que empeoró la situación porque dispersó a la población por toda la ciudad; aunque Hue recuerda que la situación era diferente hace 10 años: “en el canal y en los túneles vivían miles de personas”, la mayoría habían sido deportadas de los Estados Unidos o estadounidenses como Nick que habían llegado a Tijuana para evadirse; otros iban en busca del ‘sueño americano’ pero desistieron y se quedaron al sur de la frontera hasta exhalar su último aliento. 

El idilio de Jean-Charles Hue con Tijuana empezó en 2009 cuando llevó a la gran pantalla algunas leyendas urbanas de la ciudad en Carne Viva, su primer largometraje estrenado en el 27º Festival de Cine de Turín y su vínculo se fortaleció con otros dos trabajos: el cortometraje Tijuana Tales (2017) que narra la historia de un hombre que vuelve a Tijuana siguiendo las huellas de una mujer atrapada en un círculo vicioso de drogas y desenfreno nocturno, y el documental Topo y Wera (2018)

Sin duda alguna,  el objetivo de Hue es transmitir en sus obras audiovisuales la realidad que viven miles de personas en Tijuana, tierra de nadie y en este último trabajo lo ha vuelto a conseguir. La increíble interpretación, el magnetismo de Adriana Paz y  Paul Anderson, la elección de las localizaciones y la excelente dirección de fotografía de Ricquebourg han sido esenciales para retratar con verosimilitud la compleja situación de la Zona Norte, el canal y la frontera

A pesar de que está escribiendo el guion de un nuevo proyecto en el que reflexiona sobre la Francia de los 70’s y el clan de Frédéric Dorkel (La BM du Seigneur, 2010 y Mange tes morts – Tu ne diras point, ganadora del Premio Jean Vigo y del Premio de la Ciudad de Turín en 2014), sigue pensando en Tijuana y quiere regresar a grabar una película documental sobre las putas, esas “almas perdidas” en la frontera y su lucha constante por sobrevivir. 

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Ficha Técnica
Dirección: Jean-Charles Hue
Guion: Axel Guyot, Jean-Charles Hue
Fotografía: Jonathan Ricquebourg
Montaje: Nathan Delannoy
Música: Thierry Malet
Reparto: Paul Anderson, Adriana Paz, Noé Hernández, Giancarlo Ruiz
Producción: Philippe Braunstein, Axel Guyot
Productora: Les Films d’Avalon, Orange Studio, Ad Vitam Productions, La Torre y el Mar
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